Es el único profesional sanitario instruido, entrenado y formado, con el objetivo de ocuparse de la salud de los pies de la población. Para ello diagnostica, trata, previene y educa al público acerca de sus afecciones y deformidades.
Las alteraciones comunes incluyen callosidades, enfermedades de las uñas, juanetes ,dedos en garra, espolón de calcáneo, papilomas, neuromas, esguinces, fascitis, pies planos, valgos, cavos, pronados, infecciones, fracturas, problemas asociados a enfermedades como la diabetes etc. Para tratar estas y otras molestias, el podólogo utiliza fármacos, terapia física, realiza cirugía, fija fracturas, confecciona plantillas personalizadas, diseña y asesora sobre el tipo de calzado más adecuado ante una molestia o actividad física o laboral concreta.
Para diagnosticar una enfermedad utiliza Rx, resonancias, TAC, pruebas de laboratorio… En el pie se pueden manifestar enfermedades como artritis, gota, problemas circulatorios, así como otras patologías sistémicas, para las cuales un diagnostico precoz resulta primordial. Cuando el podólogo detecta padecimientos que se salen del ámbito de su especialidad, colabora con otros profesionales sanitarios (angiólogos, diabetólogos, reumatólogos, cirujanos ortopédicos, fisioterapeutas etc.) Esto le convierte en un profesional indispensable en los equipos multidisciplinares de los diferentes ámbitos sanitarios.
El pie humano, se ha descrito como una maravilla de la ingeniería. Está formado por una intrincada composición anatómica de 26 huesos, 33 articulaciones, 107 ligamentos, 19 músculos y tendones, que sostienen y coordinan los huesos en el lugar adecuado, y hacen posible una gran variedad de movimientos. Además, cada pie tiene cerca de 125.000 glándulas sudoríparas, una red de vasos sanguíneos, nervios, y una capa de tejido graso que ayudan en la absorción de los choques y presiones al caminar. Estos componentes trabajan juntos combinando la complejidad mecánica y la fuerza estructural. Cualquier defecto o mal funcionamiento puede ser causa de problemas en otra parte del cuerpo. Anormalidades en otros sistemas del organismo pueden manifestarse y acarrear problemas en los pies.
La complejidad del pie exige al podólogo la adquisición de profundos conocimientos en biología, química, física, anatomía, fisiología, microbiología, farmacología, biomecánica, ortopedia, patología general y específica de la enfermedad, cirugía, y así hasta un total cercano a las tres mil horas lectivas, imprescindibles para obtener la graduación universitaria correspondiente. Diferentes cursos y master en biomecánica, cirugía, pie diabético etc impartidos en universidades españolas y extranjeras, completan la formación postgrado.
Se recomienda consultar a un podólogo antes de comenzar una nueva rutina de ejercicio y así poder dar una serie de consejos para prevenir y aliviar las dolencias más habituales que se producen al practicar una actividad física deportiva o de vida cotidiana.
Hay un gran desconocimiento en torno a la salud de los pies. Problemas tan comunes y fáciles de corregir, como el exceso de sudor o el mal olor no se tratan porque se entienden como algo normal y no como un problema de salud para el que existe un tratamiento. Por lo que también se recomienda que se acuda a un especialista.
El calzado de elección debería cumplir con las características siguientes: Cámara de aire o de amortiguación, sujeción con cordones, arco enfraque, y suela flexible y amortiguante.
La elección de un zapato que cumpla con estas condiciones en la medida de lo posible facilitará el rendimiento deportivo y evitará la aparición de lesiones por sobrecarga. Se recomienda renovar el calzado deportivo antes de que este haya sufrido una fatiga importante. Con el exceso de cargas (o impactos) la capacidad amortiguadora del calzado va disminuyendo y aumento el riesgo de lesiones. La goma, EVAs y distintos materiales que conforman una zapatilla deportiva también pierden sus características técnicas con el tiempo, es decir, también caducan cuando ha pasado un tiempo importante (dependiendo del modelo y del deporte habría que empezar a valorar este hecho a partir de 1.5 a 2 años). No se deben compartir calzados de ningún tipo ni tampoco pasar de una persona a otra (p.e. hermanos mayores a los más pequeños).